La carta que cambió la vida de Álvaro Rodríguez a los 12 años

La carta que cambió la vida de Álvaro Rodríguez a los 12 años

Una carta llevó la felicidad a la casa de Álvaro Rodríguez en Palamós. Era del Real Madrid y lo citaban para una prueba el 12 de marzo de 2017 a las 09.30 horas. Álvaro, entonces con 11 años

“Con base en su solicitud, lo invitamos al examen en la fecha y hora indicada en el encabezado de esta invitación (12 de marzo de 2017 a las 9:30 a. m.). Debe presentarse al examen en la ciudad con esta carta.

Como muchos padres, la familia de Álvaro contactó con el Real Madrid para probar al joven. El chico, que tenía fecha y hora para ir a los entrenamientos y consiguió ponerse las medias blancas que le había comprado su madre Pilar para las vacaciones, necesitaba algo más. Permiso de su entonces club «Girona».

«Necesitamos que traigas firmada una de las siguientes autorizaciones según corresponda. La izquierda si estás en algún equipo federado (firmada por el equipo). La de la derecha si no es así», avisaba la carta del Madrid.

Permiso denegado

Entoces la felicidad de la carta se transformó en tristeza. Porque el destino, o más bien un director técnico del Girona, le jugó una mala pasada. Ese permiso que necesitaba no fue concedido por parte del club, con la desilusión que causó en el pequeño y en la familia. El 12 de marzo de 2017 Álvaro no se presentaría a aquellas pruebas.

Álvaro, viendo un partido del Madrid en el Bernabéu con 11 años.

El ‘Toro’ había soñado desde siempre con vestir la camiseta blanca. Su abuela, Antonia, gran seguidora y admiradora del Real Madrid le ha criado con ese sentimiento. Cuando Álvaro empezó a fijarse en los héroes de blanco, puso la mirada en un siete de leyenda: Raúl ha sido su ídolo siempre.





“Estoy muy feliz porque he logrado este objetivo, en este estadio con el mejor equipo del mundo, es un sueño de la infancia. Álvaro recordó una noche mágica con estas palabras: su primer gol en Madrid, en el derbi ante el Atlético, y le sirvió para sumar los puntos. Entrar por primera vez en el Bernabéu en el minuto 77 y marcar en el 83 es ​​magia para cualquier futbolista, pero si eres madrileño de nacimiento, no hay duda de que en tu casa de Palamós se derramarán lágrimas de orgullo.